martes, 17 de marzo de 2009

Era una noche, que se había arreglado para lucir bella,
una noche que, aunque no había luna, su negro resplandor se reflejaba en sus labios
era una noche de sonrisas y abrazos
y yo, me preparaba para eso,
aún sabiendo que me dolían las capas de piel.

Era una noche, donde debías ser feliz,
porque se celebraban tus lunas,
era la noche de tus compañías, para alegrarte las horas.

Rapido, y sin aviso, te convertiste en un manantial de agua salada,
mi ausencia, mezclada con la compañía de otro se me iba clavando lento en el pecho,
de prisa te dejaste ir a sus brazos,
y yo, a tu lado, no hacia mas que mirarte.

La noche, la tenías encima,
las lágrimas brotaron,
las palabras, las miradas, los abrazos....las caricias, iban y venían...pero nunca de mis manos

El cansancio te susurraba para que descansaras,
y mi presencia, se desdibujaba con tu tranquilidad que nacía lento.
El cuerpo lo dejaste caer en una cama ajena...o no tan ajena...
el otro cuerpo se rescostó tímido a tu lado,
y mi cuerpo ahora, deseando estar muerto, solo intentó permanecer así...quieto

Y entonces así, terminó esa noche,
dejandote descansar, sin hacer ningún ruido,
susurrando pensamientos al otro,
y yo, con la angustia clavada en mis costillas,
en silencio llorando, en medio de los dos,
tragandome la oscuridad que se me empezaba a venir,
buscando alguna estrategia para continuar ignorando los hechos,
tratando de mirarte desde adentro,
porque a mi lado, no puedo quererte mas,
porque a mi lado...solo, ya no podemos estar.

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