Cuando los días pasan tan lentos,
que te dejan saborear ese extraño amargo que deja en la boca,
cuando mirás el reloj deseando que llegue la "hora de dormir",
a ver si al día siguiente algo diferente sucede...
Cuando el sol en la ventana es casi como un capítulo nuevo de un libro,
que se lee por rutina,
que se lee porque tropezaste con el,
que se lee...para hacer algo.
Cuando la soledad cambia de cara,
cambia de piel
y cambia de arma,
cuando esa soledad renace y se mete en cada poro de la piel,
por la boca, los párpados y por debajo de las palmas de las manos,
se acomoda en cada rincón y se queda dormida ahí...
Cuando sucede que nada sucede,
ni por asomo,
ni por piedad...
cuando todo esto junto resulta en una incomodidad perpetua,
cuando todo esto que sucede,
que nada sucede a cada minuto...
sucede que escribo sintiéndome perdida,
entre muros y rostros,
sucede que me siento perdida,
entre silencios y horas vacías.