La lluvia tenía algo que no puedo recordar muy bien,
ese olor a tierra mojada, que salpicaba hasta los nervios,
ese olor, que se me metía hasta la garganta,
y desataba el desánimo recién parido, con dolor y miedo.
La lluvia tenía algo cada día,
que me bajaba los movimientos a cero,
y aflojaba los pensamientos incompletos,
y se quedaban guardados entre cuatro paredes.
Es que la lluvia, hoy recordé, tiene color de casa solitaria,
silencio entre las paredes que me cobijaban, solo a mi,
la lluvia tiene ese ruido de soledad mal acomodada
un poco entre mis pensamientos, y otro poco entre mis pechos.
Hoy recordé, que la lluvia arrastra hasta mis pies unos cuantos recuerdos,
empapados de pasado,
de cuando caminaba a casa,
mirando el suelo mojado,
chorreando tus palabras, tus miradas y las mil caricias que nunca nacieron,
porque murieron junto con el pensamiento de acercarnos.
La lluvia, de nuevo hoy, soltó su olor añejo,
de cuando nos sonreíamos de lejos,
cuando tus ojos de niña escurridiza se encontraban con los míos distraídos,
adoloridos...apenados,
y de cuando en mi casa solitaria, sonreía con extraña melancolía.
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